La poda del rosal es una labor indispensable para que estas plantas se desarrollen y florezcan en abundancia. Sin embargo no vale cortar por dónde queramos, hay que seguir una serie de normas.
Antes que nada la poda se ha de realizar fuera de época de heladas, una vez haya pasado el peligro de que una temperatura inferior a 0ºC mate a las yemas o brotes jóvenes, ya que después será muy difícil que la planta se recupere.
La época más favorable para efectuar la poda es principios de marzo, pudiéndose retrasar 10- 15 días en las zonas de clima más frío. Puede que las yemas superiores hayan brotado, pero no las de la parte inferior, que brotarán en cuanto efectuemos la poda.
Dependiendo del tipo de rosal que cultivamos se debe realizar una u otra poda.
Los rosales de flor.
Los rosales de flor, se deben podar todos los años, si no se podan, surgirán una gran multitud de brotes desde el pie, y las flores que saque serán pequeñas y sin valor ornamental. Por lo general se debe prestar gran atención al rejuvenecimiento de la planta, suprimiendo las ramas más viejas, pero dejando la estructura, para ellos selecciona las ramas más vigorosas y corta por encima de la primera yema.
Los rosales de pie alto o trepadores.
Los rosales de pie alto o trepadores, se aplican los mismos principios que para los rosales de pie bajo, pero procurando en todo momento que la disposición de las ramas esté uniformemente distribuida y puedan ser guiados por una espaldera.
Los rosales paisajistas o miniatura.
Los rosales paisajistas o miniatura, al igual que el resto de rosales la poda se basará en una limpieza de ramas y flores secas y conseguir una planta de porte regular, suprimiendo dos o tres centímetros la parte superior en todas sus ramas.
En general la poda será proporcional al vigor de la planta y de las ramas que lo constituyen; así pues una rama vigorosa podrá mantener 4 o 5 yemas; por el contrario, una rama débil se le dejará una o dos yemas, dependiendo de cuál es la yema que mira hacia afuera.