Tarde o temprano, cualquier aficionado a la jardinería debe trasplantar alguna planta. La tarea no es difícil, pero a veces no se tiene suerte porque, además de requerir cierta habilidad, es conveniente tener en cuenta algunos detalles y consejos de interés.
Todas las plantas cultivadas en macetas, tanto en el interior de casa o en el exterior crecen hasta tal punto que sus raíces se encuentran sofocadas y, si no se les proporciona un medio más amplio para desarrollarse su sistema radicular, la planta no podrá cumplir la función de obtener y aportar a toda la planta los nutrientes necesarios para continuar creciendo. La mayoría de las plantas que adquirimos en los centros de jardinería requieren ser trasplantadas, ya sea directamente en el suelo del jardín o en una maceta más grande.
Algunos de consejos básicos te ayudarán a realizar el trasplante de modo que obtenga los mejores resultados posibles.
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El periodo adecuado: Para las plantas de interior, el mejor momento para trasplantar una planta es en el inicio de su periodo vegetativo, lo cual suele ser en primavera. Para las plantas de exterior, si son caducas durante su letargo invernal cuando la planta entra en un proceso de descanso, mientras que si son perennes es mejor al inicio de la primavera.
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La tierra apropiada: En ocasiones, el fracaso de un trasplante puede ser debido a una tierra inadecuada para la planta. Por lo tanto, antes de trasplantar, infórmate del tipo de tierra que requiere su ejemplar.
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Abono moderado: Después del trasplante, las plantas no requieren abono, ya que la mayoría de sustratos ya van abonados. Las amantes de los suelos ácidos, como los rododendros, los helechos y las camelias, necesitan un aporte de tierra de brezo para mejorar las condiciones del suelo.
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Riego: Cuando se trasplanta hay que darle a la planta un riego inmediato, siendo de forma regular durante los primeros días hasta que las raíces se desarrollen y adapten al nuevo sustrato.